Esta fue una semana histórica en la ONU. El Consejo de Derechos Humanos en Ginebra adoptó su más ambiciosa y progresista resolución sobre políticas de drogas planteada hasta la fecha, titulada “Aporte del Consejo de Derechos Humanos en relación con las implicancias de derechos humanos sobre políticas referidas a drogas”. Aunque el ambiente en la Comisión de Estupefacientes (CND) en Viena se haya vuelto cada vez más displicente y agonizante, esta resolución ilustra que se puede avanzar en cuanto a políticas sobre drogas en la ONU fuera del marco de Viena. Ello mantiene la senda marcada por la "resolución ómnibus" adoptada por votación en la Asamblea General el pasado mes de diciembre, y que también contenía importantes avances en materia de derechos humanos.
La citada resolución del Consejo de Derechos Humanos contiene tres evidentes logros importantes (y otros más que son desarrollados en nuestra nota de incidencia):
Si bien resultan de suma importancia sus logros sustantivos centrales, el principal objetivo operacional de esta resolución es otorgar a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) un mandato para que elabore un informe sobre las repercusiones de políticas de drogas respecto a los derechos humanos, como un aporte a la próxima evaluación intermedia de la Declaración Ministerial de 2019, que tendrá lugar en Viena en la Comisión de Estupefacientes (CND) en marzo de 2024. La evaluación intermedia de 2024 es el próximo momento clave para que la comunidad internacional haga un balance de los avances realizados en cuanto a políticas internacionales sobre drogas, y prepare el camino a seguir en los próximos cinco años. Las consideraciones de derechos humanos deben ocupar un lugar central en este proceso de evaluación, y esta resolución será decisiva en tal sentido, sobre todo teniendo en cuenta lo políticamente difícil que ha resultado la tarea de centrar los argumentos de derechos humanos en la CND, y el hecho de que muchos Estados Miembros aún se resisten a la participación de actores de derechos humanos de la ONU en dicho foro. El informe también se difundirá y debatirá en un panel de discusión entre sesiones del Consejo de Derechos Humanos que seguirá impulsando este nexo en Ginebra.
Como es natural, las difíciles negociaciones sobre esta resolución llevaron inevitablemente a hacer varias concesiones por el camino. Por ejemplo, la ambición original de la resolución era crear un "mandato permanente" para que la OACDH elaborara informes periódicos sobre el impacto de las políticas de drogas respecto a los derechos humanos. Lamentablemente, esto se diluyó a un solo informe como aporte a la evaluación intermedia. Otras áreas de concesión se refieren a dos enmiendas presentadas respectivamente por Arabia Saudita y Egipto. La primera tiene que ver con la primacía de la soberanía estatal sobre el derecho internacional, y la segunda reintroduce el objetivo de lograr una "sociedad libre del abuso de drogas".
La eliminación de esta frase fue uno de los principales logros de la última "resolución ómnibus" en Nueva York y, en última instancia, los esfuerzos por mantenerla fuera de esta resolución fracasaron. Sin embargo, la votación de la enmienda reveló un Consejo dividido, con 25 votos a favor de la enmienda, 18 en contra y 4 abstenciones.
Tomados en conjunto, sin embargo, los avances de este documento compensan las pérdidas, y conseguir incluir nuevamente en el texto esta terminología reaccionaria es una victoria pírrica para los gobiernos que favorecen enfoques más punitivos, en tanto los avances logrados por esta resolución --especialmente en lo que respecta a la "reducción de daños”-- no tienen precedentes.
Esta resolución refleja y pone de manifiesto la continua convergencia entre las políticas referidas a drogas y los derechos humanos en la ONU. Esta tendencia ha ido cobrando impulso y resulta decisiva para fracturar aun más al largamente venerado pero actualmente deslucido y desgastado consenso de la CND de Viena sobre las drogas. El impulso hacia las políticas de la ONU fuera de Viena creará una presión muy necesaria sobre la CND, ya sea para que empiece a actualizarse con la realidad de que la prohibición constituye un fracaso devastador, o para que continúe fracturándose y descienda hacia una inevitable irrelevancia.