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Las tragedias de la prohibición - Guía para proteger los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres que usan drogas
Por María Ximena Dávila / Teméride / Dejusticia
Esta cartilla está basada no solo en un análisis y en un mapeo normativo, sino también en los testimonios y en las experiencias de 54 mujeres que usan drogas en Pereira y Dosquebradas. Su entorno está marcado por la hostilidad y por las violencias que han atravesado sus vidas. En su mayoría, las mujeres entrevistadas tienen entre 20 y 40 años, crecieron en ambientes violentos y pertenecen a un contexto de pobreza. Muchas solo cursaron hasta la primaria. Otras más terminaron el bachillerato y tan solo algunas cuentan con algún tipo de educación técnica. Gran parte del grupo se dedica a trabajos precarizados, como ventas informales o trabajo sexual. A su vez, su trayectoria de vida se ha enmarcado en la violencia, el maltrato y la discriminación por parte de los agentes del Estado (como la Policía), de sus comunidades, de los profesionales de la salud e incluso de sus círculos familiares.
Está dirigida a un público amplio: funcionarios públicos y privados, profesionales de la salud y personas que usan drogas. Su objetivo es brindar una primera aproximación al concepto de estos derechos, a las normas que los protegen y a las situaciones más apremiantes que deben atravesar las mujeres que usan drogas al momento de ejercerlos. El contenido está inspirado en el trabajo de campo que Dejusticia y Teméride realizaron, en septiembre de 2019, con mujeres de Pereira y de Dosquebradas con distintos grados de consumo de drogas. A ellas les agradecemos por compartirnos sus relatos y experiencias.
«Yo salí de la cárcel y estaba juiciosa; a mí una familia me estaba apoyando y yo quería estar con mi hija y mi mamá y yo las llamé a ellas, ellas están en Armenia. Mi mamá es una persona que no me quiere y no me apoya. Le dije que si me iban a ayudar, que había salido de la cárcel juiciosa que no quería recaer y ella que no, que no. Me cerró las puertas, por eso volví y recaí. Me sentí muy triste y muy desilusionada y yo dije, “no vale la pena pedir ayuda” y volví y caí por eso… Son muchos traumas, muchas tristezas desde la crianza, una crianza con mucha violencia: papá me tocaba, luego él se murió y quedé más triste en la casa porque a pesar de que él me tocaba, él me daba todo y ya que él se murió quedé sola con mi mamá y a mi mamá se le veían las preferencias por mi hermano, entonces yo me fui de la casa a los 15 años. Empecé a sufrir…». - Testimonio de mujer de 31 años