La guerra contra las drogas es una guerra contra las mujeres negras y pobres

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La guerra contra las drogas es una guerra contra las mujeres negras y pobres

20 septiembre 2023
Estefanía Santoro
Página 12

La antropóloga brasileña Luana Malheiro acompaña e investiga desde hace 18 años la situación de las personas usuarias de sustancias. En su libro Convertirse en mujer consumidora de crack: cultura y política de drogas, realizó un trabajo exhaustivo en el que combinó la labor académica y el activismo para conocer la realidad de mujeres y personas LGBTIQNB+ afro que viven en situación de calle y consumen crack en Brasil. Logró que, por primera vez, sus voces sean escuchadas y juntas crearon políticas públicas destinadas a ese sector de la población que no solo es abandonado por el Estado sino que, además, aparece ante ellas únicamente para criminalizarlas y violentarlas.

Con la vuelta de Lula y el fin del bolsonarismo, la ciudadanía de Brasil está retomando la participación en los procesos de creación de políticas públicas. La sociedad civil fue destituida de esos espacios durante el gobierno de Bolsonaro, quien hoy enfrenta un procesamiento por abuso de poder y podría convertirse en el primer ex presidente en ser inhabilitado políticamente por el Tribunal Superior Electoral de ese país.

En lo que respecta a la política de drogas les activistas continúan la lucha por un cambio de paradigma que no criminalice a las personas afro y pobres. La antropóloga Luana Malheiro, madre y usuaria de sustancias es una de las grandes activistas e investigadoras que pudo demostrar que las causas del consumo de sustancias están intrínsecamente relacionadas con el racismo y la violencia institucional que viven las personas afro, pobres, en especial, las mujeres y personas LGBTIQNB+ que, además, están atravesadas por el sexismo y el machismo que se manifiesta en formas de violencia especialmente crueles como los abusos sexuales intrafamiliares, la muerte temprana de sus hijes por la guerra de drogas y la negación de la maternidad.

En 2010 Luana comenzó a investigar a un grupo de mujeres usuarias de crack que se encontraban en situación de calle y que consumían desde hacía cinco a siete años, para indagar en la trayectoria de ese consumo, las causas que las llevaron a hacerlo y sus vidas personales. En esa investigación se encontró también con mujeres que crearon estrategias colectivas para cuidarse de las violencias de la calle y salir de la problemática del consumo. Esa investigación le llevó tres años y se involucró de tal manera que comenzó a acompañar a esas mujeres en sus trayectos urbanos de búsqueda de derechos que les fueron negados durante años simplemente por ser usuarias de crack.

Se encontró con un panorama mucho más duro de lo que imaginaba. Estas mujeres no solo no podían acceder a derechos básicos sino que no eran consideradas ciudadanas, no podían acceder a ningun servicio público de protección, ni siquiera ir a una comisaria para denunciar un abuso sexual o una situación de violencia de género porque allí solo eran vistas como usuarias de crack y se las hacía responsables de todo lo que les sucedía como consecuencia de ese consumo.