“La cárcel no cura las adicciones”: Yesid Reyes

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“La cárcel no cura las adicciones”: Yesid Reyes

16 marzo 2016

Colombia ha dado un giro de 180 grados en la política antidrogas. Hace un año, la intervención del país en la reunión que hace anualmente Naciones Unidas sobre el tema sorprendió al mundo. Después de décadas de haber liderado la más feroz lucha contra el tráfico de estupefacientes, Colombia fue uno de los primeros países del mundo en reconocer lo que es un secreto a voces: la estrategia está fracasando.

Meses después, una decisión del gobierno nacional prohibió la aspersión aérea con glifosato, uno de los mecanismos emblemáticos para atacar los cultivos ilícitos. La decisión generó una enorme polémica y las voces de ese debate todavía tienen eco. Esta semana, en Austria (Viena), cuando se realiza el 59o. período ordinario de sesiones de la Comisión de Estupefacientes de Naciones Unidas, Colombia reiteró su posición. El ministro de Justicia, Yesid Reyes Alvarado, reconoció que lo hecho para combatir ese flagelo no ha funcionado y urge replantear esa causa mundial.

Esta será la línea que el país llevará a la Asamblea General de las Naciones Unidas el próximo mes en Nueva York. Aquí un fragmento de su discurso:

“Albert Einstein dijo que es una locura empeñarse en hacer siempre lo mismo esperando resultados distintos. Pese a la contundencia que encierra esa afirmación, eso es lo que hemos venido haciendo desde hace cerca de 40 años, cuando el presidente Nixon declaró la guerra contra las drogas; las batallas que puntualmente se han ganado a lo largo de estos años, y el noble deseo de continuar la lucha contra este flagelo, no se compadecen con el balance que arroja el análisis de las evidencias recolectadas a lo largo de estas cuatro décadas.

Es cierto que esas evidencias muestran que los carteles de las drogas han sido duramente golpeados, muchas veces a costa del sacrificio de cientos de vidas, como ha ocurrido en Colombia. Pero también indican que el mundo de las drogas no es el mismo 40 años después de la declaratoria de guerra en su contra.

La diferencia entre países productores y consumidores, que fue uno de los pilares de esa política, se torna cada vez más difusa; las drogas de origen natural, contra las que se han orientado los mayores esfuerzos hasta ahora, empiezan a ceder terreno frente a las de origen sintético. Esas mutaciones evidencian que el universo de las drogas ilícitas ha cambiado con el propósito de hacer frente a la política diseñada para combatirlo, de tal manera que los éxitos parciales que se han conseguido empiezan a contrastar con nuevas realidades que debemos encarar de manera diversa a como hasta hoy hemos venido haciéndolo.

Las cifras mundiales de consumidores son alarmantes y rondan ya 250 millones; cinco de cada seis de ellos no tienen acceso a tratamiento para su adicción y diariamente cerca de 500 mueren por situaciones que estando relacionadas con el consumo de drogas, serían fácilmente prevenibles, como la mala calidad o la contaminación de las sustancias, la falta de higiene en los métodos de utilización, o los problemas de sobredosis.

En contraste con esa dura realidad, hay otra que resulta igualmente preocupante: el 75 % de la población mundial tiene poco o nulo acceso a los fármacos contra el dolor elaborados a partir de sustancias controladas por su estrecha relación con el mundo de las drogas prohibidas.

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Thumbnail: Flickr miss_millions