El ocaso de la campaña de fumigación de la hoja de coca resalta su injusticia e ineficacia

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El ocaso de la campaña de fumigación de la hoja de coca resalta su injusticia e ineficacia

5 octubre 2015

Por Adam Schaffer y Coletta A. Youngers
El jueves 1° de octubre marcará el fin de la fumigación aérea con la herbicida glifosato sobre los cultivos de coca en Colombia, lo cual representa una reñida victoria contra políticas ineficaces, injustas y destructivas para el control de drogas. Desde 1994, Colombia —con asistencia financiera y respaldo de los Estados Unidos— ha fumigado campos de cultivo de coca con el herbicida glifosato. En marzo de este año, la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC), una rama de la Organización Mundial de la Salud, concluyó que el glifosato “probablemente causa cáncer”, lo cual provocó que el Presidente colombiano Juan Manuel Santos invoque la eliminación de la fumigación aérea con este producto químico. Es inaceptable que un gobierno fumigue deliberadamente a sus ciudadanos y cultivos con un producto químico considerado probablemente cancerígeno. Más allá de ello, también ha quedado meridianamente claro que la fumigación —junto con muchas otras formas de erradicación forzosa de la coca— sólo exacerba los problemas de pobreza y exclusión que llevan a muchos agricultores pobres a cultivar coca, profundizando de manera perversa su dependencia respecto al cultivo de la hoja, y garantizando la continuación de los cultivos y una mayor devastación ambiental.

En setiembre, WOLA visitó Guaviare, departamento rural al sudeste de Colombia, para apreciar directamente los continuos daños provocados por la fumigación. Lo que encontramos fue una situación desgarradora: mientras se acercaba la fecha límite (1° de octubre) para acabar con la fumigación, ésta continuaba de manera indiscriminada y difundida sobre cultivos lícitos.

Con limitados fondos, los gobiernos locales en Guaviare han ayudado a financiar algunos proyectos agrícolas, brindando recursos técnicos, financieros y en especies a agricultores locales para cultivar cacao, arroz, caucho y otras variedades. Sin embargo, en uno de estos campos en la vereda de Puerto Gaviotas, en lugar de abundantes cosechas, encontramos plantas marchitas de arroz y cacao, y árboles muertos de caucho. Semanas atrás, el programa de fumigación aérea —operado por el Ministerio de Defensa y financiado por el gobierno de los EE.UU.— había arrasado hectáreas enteras de cultivo de una familia pobre. No vimos ni un solo cultivo de coca, marchito o vivo, y la familia nos aseguró que durante años no se había cultivado coca en esas tierras.

Blanca Martínez, dueña de la parcela y residente de la región durante décadas, y quien se desempeña como Presidenta de la Junta de Acción Comunal de Gaviotas, dijo: “Estaba en el campo cuando escuché sobrevolar los aviones”. “Tardaremos años en recuperarnos de las pérdidas”, se lamentaba. “¿De qué viviremos ahora?”

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