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La abstinencia no debería ser la única opción en el abordaje al consumo de drogas
¿Es la abstinencia el único camino válido para abordar el consumo de sustancias psicoactivas? Durante años, se nos ha enseñado que sí. Pero, ¿qué pasa con quienes no desean, no pueden o simplemente no necesitan dejar de consumir? En un mundo donde se exploran soluciones personalizadas para todo, desde los planes de alimentación, los procedimientos médicos y tratamientos psicológicos hasta formas de aprendizaje o ejercicio, el abordaje del consumo de drogas parece atrapado en una visión única: la abstinencia.
El problema no es pensar en la abstinencia como un objetivo posible, sino definirlo como el único válido. Para muchas personas representa un camino coherente con sus valores y forma de vida. Sin embargo, aunque la abstinencia es deseable para algunos, no puede ser la única opción. Pese a los avances en derechos humanos y libertades individuales, que han evidenciado el fracaso de la guerra contra las drogas y de los enfoques centrados exclusivamente en la abstinencia, este paradigma continúa siendo planteado como la única solución válida.
Lograr un cambio es mucho más fácil cuando las motivaciones, razones y deseos surgen de la persona, en lugar de ser impuestos por un profesional. Los programas que respetan los objetivos individuales generan una mayor percepción de control y mejoran la adherencia. Mediante conversaciones horizontales que exploran los intereses genuinos de las personas que usan drogas, muchas personas optan por ajustar sus prácticas de consumo, haciéndolas menos riesgosas, o modificar sus hábitos, reduciendo la dosis o la frecuencia. Estos cambios significativos se logran sin necesidad de imponer perspectivas externas.
El abordaje al consumo de drogas debe dejar de lado el estigma, la criminalización y la represión hacia los usuarios. En cambio, debe adoptarse un enfoque que respete los derechos humanos y la autonomía del consumidor. Las personas que usan drogas han sido históricamente etiquetadas como enfermas, delincuentes, fracasados sociales, dependientes, inconscientes o amenazas para ciertas visiones sociales y morales. Sin embargo, el Reporte Mundial de Drogas 2024 de la UNODC señala que de 292 millones de consumidores globales, solo 64 millones presentan consumos problemáticos o dependientes. Esto evidencia que la mayoría de las personas que usan drogas no desarrollan un uso problemático. El consumo de sustancias psicoactivas cumple diversas funciones según el contexto y la cultura: el café para aumentar la energía en el trabajo, el alcohol para socializar, la marihuana para aliviar el dolor, los psicodélicos como tratamiento para condiciones de salud mental, el yagé en ceremonias rituales o el éxtasis para potenciar experiencias en festivales de música.