La guerra contra el narcotráfico: cuando el gobierno francés se inspira en las derechas latinoamericanas
La escena podría asombrar al público, ya que es un síntoma de la decadencia absoluta del sistema político francés. Mientras pasea por los pasillos de la Asamblea Nacional, François Hollande, el ex presidente supuestamente “socialista” de la República Francesa, es interrogado por un periodista sobre la propuesta de Karl Olive, diputado (condenado por corrupción) y alcalde "macronista" de Poissy, una ciudad suburbana popular. Este ha exigido ni más ni menos que el envío del ejército francés a los suburbios para luchar contra el “tráfico de drogas” y el “yihadismo”. Esta medida, vieja obsesión de la extrema derecha racista, que sueña con disparar a quemarropa contra las poblaciones de origen inmigrante, ahora se debate seriamente en el Parlamento francés por un partido que sigue proclamándose centrista... Pero el ridículo no termina ahí. Al micrófono, el expresidente Hollande simplemente rechaza con apatía esta medida absurda afirmando que los barrios solo necesitan más “policías antidisturbios”. Sin embargo, el ex primer secretario socialista coincide con el diputado Olive en un punto: “la legalización no reduciría el tráfico de cannabis”.
¿El Salvador: un modelo de seguridad para la derecha francesa?
El asunto podría haberse limitado a un simple comentario que evidencia la ignorancia de los protagonistas sobre el tema del narcotráfico. Pero, a miles de kilómetros de distancia, la declaración de François Hollande, compartida en X, provocó la reacción de un personaje polémico cuyas declaraciones resuenan más allá de las fronteras de su país. Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, republicó en su cuenta de X la afirmación de Hollande, aconsejando a los franceses implementar una represión aún más dura. Dentro de todas las fuerzas de la derecha —medios y activistas reaccionarios, diputados macronistas— Bukele es aclamado y elogiado; algunos internautas incluso lo sueñan en el Palacio del Elíseo. ¿Sesenta años después de la figura severa y recta del general De Gaulle, la derecha francesa ha encontrado en Nayib Bukele un nuevo héroe improbable, más acorde con sus valores?
Un evento, relativamente desapercibido salvo en los medios de extrema derecha, ilustra la estrategia de gobierno derecha-extrema derecha de Michel Barnier con respeto a este tema. El 5 de noviembre, Félix Ulloa, vicepresidente de El Salvador, visitó oficialmente la Asamblea Nacional francesa. En un excelente francés, se dirigió al atento oído del ministro del Interior, Bruno Retailleau, recomendándole abrir tribunales de excepción, cárceles de máxima seguridad y reformar el código penal para luchar contra el narcotráfico. Poco antes, Retailleau había declarado que el Estado de derecho no era ni “intocable ni sagrado”, criticando a los jueces por no imponer penas suficientemente duras contra la delincuencia y alabando a Ulloa por su política.
Hay que medir la gravedad de las palabras del ministro Retailleau: el gobierno de derecha de Salvador implementó medidas de excepción mientras la tasa de homicidios alcanzaba el asombroso nivel de 86 personas por cada 100,000 habitantes... Francia, que considera seriamente inspirarse en El Salvador para cuestionar el Estado de derecho, tiene una tasa de homicidios de apenas 1.2 por cada 100,000 habitantes, una de las más bajas de su historia. Las incivilidades y la delincuencia reales no se deben a la indulgencia de una justicia que ya es de las más represivas de Europa, sino a la debilitación de la confianza en las instituciones y la integración social tras cincuenta años de neoliberalismo. ¿El gobierno de derecha planea dar oportunidades económicas a las poblaciones de los suburbios sumidas en el desempleo masivo debido a la globalización, o el objetivo es dramatizar las incivilidades y la delincuencia para justificar medidas que erosionen el Estado de derecho y refuercen la naturaleza autoritaria del régimen francés? La respuesta no es difícil de adivinar.