Basados en conexiones entre pares y con la planta en vez del rédito financiero, los clubes ofrecen gran potencial para regímenes regulatorios que promuevan la participación, la reducción de daños y los derechos humanos.
Los retos de la acción policial, la ambigüedad en cuanto a políticas regulatorias, y la falta de infraestructura para medir el consumo beneficioso, obstaculizan la exploración del cannabis en relación con sus propiedades medicinales.
Fischer et al. evalúan cinco años de regulación del cannabis, incluyendo su relación con la reducción de contactos con el sistema legal penal y la prevalencia estable entre los jóvenes, así como tendencias relativas a visitas a salas de urgencia y a conducir vehículos bajo efectos del cannabis.
Al revisar los efectos de la regulación del cannabis, el gobierno debe garantizar la participación en la industria de esta sustancia de los pueblos indígenas y grupos racializados que históricamente figuran quienes más pierden en la "guerra contra las drogas".
De conformidad con los países vecinos, el Ministro de Economía belga se muestra partidario de un modelo de cannabis legalmente regulado, para orientar mejor a los consumidores, prohibir la venta a menores y redirigir hacia el Estado los ingresos del entorno delictivo.
La Comisión de Asuntos del Interior pide al gobierno británico que revise su anticuada legislación sobre drogas y adopte un enfoque de salud pública respecto a estas sustancias.
Comunidades cultivadoras que dependen de este cultivo como fuente de ingresos acogerían con satisfacción la posibilidad de transitar a la formalidad, sin estigma ni criminalización.
Aunque no se trata de un modelo de regulación integral, la nueva legislación permite a los adultos poseer hasta tres gramos de cannabis y cultivar hasta cuatro plantas en un lugar seguro.
El gobierno anunció que el proyecto de ley pretende sustituir las políticas fracasadas sobre el cannabis, reducir el mercado informal y proteger a la juventud, pero se enfrenta a un feroz debate parlamentario.