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La OMS decidirá en octubre si la hoja de coca debe ser legal: Bolivia y Colombia lideran su defensa
Un momento ritual en los Andes —tres hojas de coca ofrecidas al viento en dirección a los Apus— sintetiza una lucha milenaria que hoy alcanza los pasillos de la ONU. En la cima de una cruzada diplomática sin precedentes, Bolivia y Colombia encabezan el intento por revertir décadas de criminalización contra la hoja de coca, reivindicándola como símbolo de identidad, fuente de salud y bien cultural de la humanidad.
El alma verde de los Andes
A más de tres mil metros sobre el nivel del mar, en los caminos de la cordillera andina, el intercambio de hojas de coca —los k’intus— no es un gesto trivial. Es un acto de reciprocidad con la tierra, una manera de comunicarse con Pachamama y de reafirmar la pertenencia al universo andino. Hallpay, el uso ceremonial y cotidiano de la hoja, forma parte de lo que significa ser Runakuna, una persona en comunidad, con derechos y obligaciones con el entorno.
La coca no solo es sagrada; es también útil. Estudios realizados por Tim Plowman y Jim Duke en 1975 demostraron su alto contenido nutricional, incluyendo calcio, proteínas y vitaminas esenciales. Andrew Weil, médico y botánico formado en Harvard, la ha usado durante décadas y ha documentado sus beneficios: regula el azúcar en sangre, alivia el soroche (mal de altura), facilita la digestión y mejora el estado de ánimo. “La coca es un regalo del cielo”, ha dicho. Más de 9 millones de personas en Colombia, Perú y Bolivia la consumen a diario de manera tradicional.