La criminalización afecta de manera desproporcionada a las poblaciones sexodiversas. Más información, en inglés, está disponible abajo.

Every day, people do what they need to do in order to survive. That is clearer today than ever before. For the first time in nearly a century, 40 percent of Americans who were making under $40,000 a year are out of work, many wondering where their next meal is going to come from or how they will keep the roof over their head.

For the LGBTQ+ community, especially trans women of color like myself, that is nothing new.

Many of us were shoved out of our homes as teenagers and discriminated against when seeking jobs. We turned to the only available resource we had left—our bodies—to survive.

Do we want to do it? Different people would answer differently, but for many, that’s not a question we have the luxury of asking. For many of us, too, drug use is sometimes a vocational necessity—one of the few available resources we have to cope with the unimaginable discrimination and emotional distress of our day-to-day experiences. Harassment from police—and too often, arrest—remains one of the biggest occupational hazards.

Descriminalizar el trabajo sexual y las drogas es central para los derechos de las personas trans y LGBTQ+ 

Por Nicolás Sánchez Arévalo / El Espectador

Mateo Gómez, director del Sistema de Alertas Tempranas de esa entidad, revela las regiones sobre las que hay preocupación por los operativos de erradicación forzada de coca. Le pide al Gobierno atender a las familias que pierden sus cultivos e implementar el Programa Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS).

Desde que empezó el aislamiento obligatorio por la pandemia del nuevo coronavirus, el gobierno del presidente Iván Duque intensificó los operativos de erradicación forzada en varias regiones del país. Por su parte, las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes han salido a protestar porque la hoja de coca es la fuente de su sustento. Esa situación ha generado confrontaciones que han dejado tres campesinos y un indígena muertos con tiros de fusil. Esta semana la Defensoría del Pueblo se pronunció.

En un comunicado a la opinión pública esa entidad aseguró que viene “observando y documentando los impactos y las condiciones a través de las cuales se están llevando operaciones de erradicación de cultivos ilícitos en algunos territorios del país”. Hablamos con Mateo Gómez, director del Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría, quien explicó sobre cuáles regiones hay mayor preocupación y aseguró que en algunas zonas los actores armados obligan a ciertos campesinos a protestar, aunque reconoció que también hay protestas espontáneas. Le pidió al Gobierno darle prevalencia al Programa Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS) sobre la erradicación forzada de coca.

Defensoría del Pueblo sobre la erradicación forzada en Colombia: sustitución debe prevalecer

Proveedores de servicios y redes comunitarias trabajan de la mano para responder a las necesidades de las personas usuarias de drogas en situación de calle. Más información, en inglés, está disponible abajo.

Almost half of Tamil Nadu’s total COVID-19 cases are from the state capital Chennai alone, which is also the most populous district of the state’s 37 districts. The state government was among the first to launch measures against COVID-19 and has announced several relief measures which included financial support, free ration, and other essential commodities in the wake of lockdown. Despite all these efforts and relief; one group that continues to be most affected and sometimes neglected is the community of people who use drugs.

Along with other marginalized groups of women, elderly, young people, persons with disabilities, and migrants, people who use drugs can experience the highest degree of socio-economic marginalization. An emergency like COVID-19 coupled with the pre-existing global policy impasse on whether people who use drugs should be dealt with criminal sanctions or public health-based approaches is making the community of people who use drugs more vulnerable than others. The fear of criminal sanctions associated with drug use is also preventing the community from accessing any relief measure that may be intended for them. Further given their poor health condition, stigma and poor access to support systems are increasing their risks of more outbreaks amongst this community i.e., HIV, HCV, TB, overdose to name a few.

Tamil Nadu’s Drug Users Forum (TNDUF) – a community network of people who use drugs is responding to this situation with support from Alliance India. The community mobilization efforts and formation of this network were amplified against the backdrop of the ongoing COVID-19 crisis in the state and particularly the capital Chennai. TNDUF’s overall purpose is to be at the forefront of defending the human rights of people who use drugs and improving their access to health and welfare services. In Chennai, the forum is currently prioritizing reaching out to the street-based and homeless community members who have limited to no access to the welfare measures and health services. The forum together with the Hopers Foundation – a CBO (Community-Based Organization) that provides harm reduction services and OST for people who inject drugs – has identified and linked over 30 street-based homeless community members to OST (medicine buprenorphine) services. The OST services are provided under the National AIDS Programme through the Tamil Nadu State AIDS Control Society.

En Chennai, India, una comunidad de personas usuarias de drogas escriben una historia alentadora durante el confinamiento

Por Corina Giacomello y Giovanna Salazar / Animal Político

A partir de la emergencia sanitaria causada por la pandemia de COVID-19 han surgido recomendaciones a nivel internacional, regional y nacional sobre acciones que se deberían tomar en distintos contextos de privación de la libertad, abogando, entre otras cosas, por la aplicación de medidas alternativas a la prisión, la excarcelación de ciertos perfiles de personas, y la liberación inmediata de personas detenidas de manera arbitraria. En este último caso no sólo estaríamos hablando de las personas que se encuentran privadas de la libertad en centros penitenciarios, sino también de personas que están en centros de tratamiento de “adicciones”.

En México, la mayoría de los centros de tratamiento de “adicciones” residenciales son privados; siendo, aquellos para personas con escasos recursos, comúnmente conocidos como “anexos”.

A partir, principalmente, de una investigación impulsada por EQUIS Justicia para las Mujeres enfocada en adolescentes y mujeres que usan drogas y que se encuentran en este tipo de centros -y cuyos avances han sido publicados en este espacio-, tenemos conocimiento de que la falta de acceso a servicios e insumos de salud básicos, el aislamiento forzoso e indefinido, los castigos corporales y psicológicos, la comida en malas condiciones, y el abuso sexual son algunas de las realidades que caracterizan la operación diaria y sistemática de estos centros, en un régimen de total impunidad.

Los centros de tratamiento de “adicciones” en México: una cara más de la reclusión en tiempos de COVID-19

Por Anthony Faiola y Lucien Chauvin. Publicado en The Washington Post el 9 de junio, 2020. Traducido por Andean Information Network

Como agricultor que se gana la vida en la selva central del Perú, Rubén Leiva cultivaba un cultivo comercial que parecía ser inmune a los ciclos mundiales de auges y caídas. Sin embargo, la pandemia del coronavirus logró lo que ninguna otra crisis internacional ni “guerra” apoyada por EEUU jamás pudo: el desplome del precio de la hoja de coca, un estimulante natural que constituye el componente fundamental de la cocaína.

La gran caída del precio de coca del 2020 – en ciertas regiones de Sud América, los precios de la hoja de coca se desplomaron hasta un 73 por ciento – ilustra el grado en que la pandemia está alterando cada aspecto del comercio mundial, incluyendo el tráfico de drogas ilícitas.

El coronavirus abatió el precio de la coca: Podría reconfigurar el tráfico de cocaína

La pandemia de COVID-19, y las respuestas de los gobiernos ante ella, están agravando las desigualdades ya existentes que suponen peligros y dificultades específicos para las personas que consumen drogas en todo el mundo.1En el día en que activistas de todo el mundo se reúnen en un día mundial de acción en torno a la campaña “Apoya, no castigues”, que hace un llamado por la reforma de las políticas sobre drogas, Amnistía Internacional se une a todos los valientes defensores y defensoras de los derechos humanos que elevansus voces contra las dañinas y represivas políticas implementadas en nombre de la llamada “guerra contra las drogas”.

La pandemia de COVID-19 debe servir de catalizador para la transformación de políticas sobre drogas caducas y fallidas

Las personas LGBTQ+, particularmente las personas no caucásicas y de familias pobres, son afectadas desproporcionadamente por acciones de patrullaje. Más información, en inglés, está disponible abajo.

When we think of the criminalization of the LGBTQ+ community, our minds likely veer to the Stonewall Riots of 1969. But to see that as the whole picture is to erase the struggles that have continued to plague our community over the last half century. Across the country, LGBTQ+ people have faced and still face discrimination and criminalization for our sexual orientation, taking on many forms, with one of the most common being drug arrests.

As we have seen with other minority groups, as laws were created to protect LGBTQ+ people from overt discrimination, and engaging in sexual acts with someone of the same gender was no longer a crime, law enforcement found new ways, such as drug possession, to replicate age-old practices of bias, abuse and profiling. Law enforcement didn’t even have to change locations in most cases⁠: The same places, such as gay bars, that were already under surveillance became easy targets for drug arrests.

Because of early childhood trauma—many times including rejection from their families of origin and even their homes, experiences of aggression and violence, and other stress associated with being part of a marginalized group—LGBTQ+ people are more likely to experience mental health issues, substance use issues and homelessness. With an absence of available resources and historically even less family support, LGBTQ+ people are often denied the care and support they need to handle these challenges.

These factors, combined with widespread employment discrimination, mean that in many cases, LGBTQ+ people—especially trans women of color—need to participate in survival economies just to meet the most basic needs that others take for granted.

Noticias