Desplazados: la tragedia invisible de la violencia en México
Por Sergio Rincón
Ciudad de México, 7 de marzo (SinEmbargo).– Tras el asesinato de su hijo, Indalecio Benítez Mondragón y su familia tuvieron que salir del municipio de Luvianos, Estado de México. No fue sencillo llegar a un nuevo lugar, dice el comunicador, pese a estar bajo el Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación (Segob).
A casi dos años de salir de su hogar en la región de Tierra Caliente, asegura que fue complicado conseguir trabajo, cubrir los gastos y estar al pendiente de la averiguación respecto al atentado que sufrió el 1 de agosto de 2014, en el que un grupo armado asesinó a su hijo Juan Diego Benítez, de 12 años de edad.
“Es difícil, en primera porque te tienes que adaptar a otra forma de vida: llegas a un lugar donde todo es más caro y tienes que acoplarte, no sólo tú, sino toda tu familia. Son gastos, comidas, el clima… El Estado es opaco, no hay ningún respaldo. Y todavía, después que te desplazas, viene –en algunos casos– la criminalización”, relata director de la radio comunitaria Calentana Mexiquense 98.1 FM.
Al llegar a un nuevo refugio, Indalecio no sólo asumió los gastos cotidianos de un jefe de familia, sino que a partir de la protección con la que cuenta, tuvo que destinar recursos para las medidas de seguridad en la radio y en su antiguo hogar, el cual está custodiado por al menos 10 policías que “prácticamente viven ahí”.
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