La ventana que se cierra: crónica política y legal de la cannabis en el México del Siglo XXI

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La ventana que se cierra: crónica política y legal de la cannabis en el México del Siglo XXI

16 April 2025
Jorge Hernández Tinajero

La siguiente es una crónica sobre el cannabis en México a partir del siglo XXI, precedida por algunos antecedentes de contexto.

México es un país cuya formalidad -legal, política- raramente coincide con lo que sucede en la realidad del mercado o en la relación cotidiana del ciudadano con la ley; y la cannabis es un buen ejemplo de ello.

De la marginalidad al mainstream

La cannabis llegó por primera vez a lo que ahora es México con los conquistadores españoles, para ser utilizada como cáñamo, a finales del siglo XV.

Debido en buena medida a la sofisticada relación de los pueblos originales con el mundo natural, así como a sus amplios conocimientos botánicos, la planta pronto fue adoptada –y utilizada– también por sus efectos psicoactivos, incorporándose a la cultura popular.

Muy pronto, también, esas prácticas fueron notadas y reprobados por la Iglesia católica, si bien las propias autoridades virreinales también impulsaron el cultivo del cáñamo, por lo que durante los siguientes siglos la mariguana no desapareció de la cultura popular, pero el cannabis psicoactivo fue un asunto confinado únicamente a los segmentos más pobres de la sociedad, del submundo criminal, o de algunos artistas díscolos.1

La Revolución Mexicana de (1910-1920) tuvo como resultado un sistema presidencialista y de partido hegemónico –el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que mantuvo relativamente pacífico al país hasta fines del Siglo XX, pero con libertades civiles limitadas en los hechos.

En 1920, la prohibición absoluta de la cannabis llegó formalmente en la ley nacional2, antes incluso que en los Estados Unidos, y si bien el régimen conoció, toleró y gestionó siempre el tráfico y su comercio local, nunca fue asunto de debate público o de interés político.

A pesar de ello, el Dr. Leopoldo Salazar Viniegra, entonces Jefe del Hospital Psiquiátrico y el mayor especialista nacional en toxicomanía, logró la despenalización de todas las drogas -cannabis incluida- durante 5 meses de 1940, con el argumento de que la prohibición dificultaba los esfuerzos nacionales en materia de salud pública. Previsiblemente, el experimento fue cancelado por presiones de Estados Unidos.

Después de la Segunda Guerra Mundial, y de la firma y ratificación de México a la Convención Única de Estupefacientes de 1961, así como los dos tratados posteriores sobre sustancias psicoactivas de 1971 y 1988, la cannabis se inscribió en los artículos 234, 235, 235 bis y 238, 237 y 238 del apartado “Estupefacientes”, en la Ley General de Salud de 1984.

En ellos se establece la prohibición absoluta del cannabis en todas sus formas, el cáñamo incluido: “Siembra, cultivo, cosecha, elaboración, preparación, acondicionamiento, adquisición, posesión, comercio, transporte en cualquier forma, prescripción médica, suministro, empleo, uso, consumo y, en general, todo acto relacionado con estupefacientes o con cualquier producto que los contenga¨.

Para fines del Siglo 20 el sistema político del país se agotaba. Obligado por las circunstancias, el partido hegemónico debió tolerar reformas democráticas que ampliaron paulatinamente el espacio de la oposición política, pero también el de la sociedad civil. Causas antes consideradas como extrañas a la sociedad mexicana, como los derechos de ciertas minorías, comenzaron a ver la luz pública. La cannabis fue una de ellas.