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Los retos de México en un nuevo entorno para la política de drogas – II Parte: Uso de drogas y salud

29 enero 2013

David Giraldo, IDPC, y Jorge Hernández Tinajero, CUPIHD

Esta es la segunda entrega de nuestra serie de blogs sobre México. En este blog se hace referencia a las tendencias en el uso de drogas en el país y se hacen observaciones sobre el tratamiento dado a los consumidores.

Uso de drogas en México

En el periodo 2002-2008 el consumo de drogas ilegales de alguna vez en la vida pasó en México de 4,6% a 5,2% de la población entre 12 y 65 años, es decir, aumentó en total un 13%. Durante el trienio 2008-2011 la tendencia continuó creciendo aunque de manera moderada, ya que la prevalencia de consumo en el último año pasó de 1,4% a 1,5% entre la misma población.

De 2008 a 2011, el uso de marihuana aumentó de 1% a 1,2% (es decir, aumentó un 20%); el de cocaína de 0,4% a 0,5%; y el de estimulantes de tipo anfetaminas – de 0,1% a 0,2% (un 100% de aumento). El salto más importante se observa en la prevalencia de uso de marihuana entre hombres, que pasó de 1,7% a 2,2% en dicho periodo. Sin embargo, es pertinente mencionar el aumento de mujeres en el consumo de drogas, que creció en un 90%.

Por otra parte, aunque continúan siendo menores de edad quienes experimentan más con las drogas, son los adultos jóvenes (de 18 a 34 años) los que empujan el crecimiento del consumo, en tanto la prevalencia en adultos (de 35 a 65 años) decreció de forma considerable.

A su vez, la “Primera encuesta de usuarios de drogas ilegales en la Ciudad de México” realizada en 2013 por CuPIHD, a innova al preguntar a los usuarios sobre su relación con el mercado con el fin de conocer cuánto gastan y cómo obtienen las drogas. La encuesta demuestra, por ejemplo, que los usuarios suelen conocer varios puntos de venta de drogas, lo que podría explicar por qué la política de reducción de la oferta basada en el combate a algunos puntos de venta, no influye en la reducción de su disponibilidad, muchos menos de su demanda. En cuanto a las relaciones con instituciones, destaca la proporción de usuarios que ha sido detenida y extorsionada: dos de cada tres, ya sea por parecer sospechosos o por consumir en vía pública, y también la poca confianza que los usuarios tienen en los tratamientos de adicciones.

La encuesta expone la perspectiva de los usuarios sobre su consumo de drogas, de los riesgos y daños recurrentes durante su proceso de consumo y de las relaciones sociales de los usuarios con familiares, vecinos y pares, así como con autoridades y prestadores de servicios de atención terapéutica, una perspectiva que resulta más que pertinente en el momento actual de la discusión sobre políticas de drogas, pues presenta una visión de ellas que suele ser poco explorada: Entre sus resultados, destaca el hecho de que buena parte de ellos no contaba con información sobre drogas antes de experimentar por primera vez con ellas, y que la mayor parte combina drogas cuando consume. Destaca, también, la tolerancia al consumo de drogas en las redes sociales de los usuarios de la ciudad, ya que uno de cada cinco inició consumiendo en casa y uno de cada seis en la escuela, espacios donde se supondría existe una mayor protección.

Tratamiento y servicios de salud para usuarios de drogas

En general, el sistema de atención institucional a usuarios de drogas es limitado en México, principalmente en cuanto a la oferta de servicios de salud ya que:

  • Sólo contempla opciones de tratamiento basados en la abstinencia absoluta.

  • No considera como sujeto de atención prioritaria al usuario no problemático, que representa a la mayoría de usuarios.

  • No se adapta a las nuevas tendencias en el consumo y a la aparición de nuevas drogas, a veces más nocivas que las consideradas como “tradicionales”.

  • Los usuarios no necesariamente confían en el Estado para recibir servicios eficaces de salud y de tratamiento dada su ambigüedad legal ante los ojos de la justicia en cuanto a la descriminalización del uso de drogas.

  • Los centros de tratamiento privados, que son los que ahora sostienen el peso de la demanda de tratamiento del país con distintos métodos, no son debidamente regulados por las normas oficiales existentes.

De este modo, ben ser superados tres grandes retos en el acceso a servicios de salud y de tratamiento para usuarios de drogas. Primero, es imprescindible reforzar el sistema de despenalización del usuario de drogas para asegurar su acceso a servicios de salud sin el miedo a ser arrestados, a la estigmatización o la discriminación. El segundo reto es priorizar al usuario dependiente para ofrecerle un tratamiento basado en evidencias científicas y adecuado a sus circunstancias particulares. Por último, el acceso legal y controlado de opiáceos para el tratamiento de la dependencia a la heroína y control del dolor crónico o terminal en México es uno de los más bajos del mundo, lo que conlleva desequilibrios importantes en la importancia que tiene el acceso seguro a medicinas esenciales. El gobierno mexicano debe asegurar que este acceso sea facilitado.

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