#AmnistíaParaEllas: las mujeres privadas de la libertad por delitos de drogas

Flickr CC RockyRejas

Noticias

#AmnistíaParaEllas: las mujeres privadas de la libertad por delitos de drogas

23 agosto 2018
Corina Giacomello

Alrededor del mundo, los delitos relacionados con drogas se encuentran entre las primeras causas de encarcelamiento de mujeres y México no es una excepción: los delitos de drogas representan la primera causa de ingreso a prisión de mujeres por delitos federales y la segunda por el fuero común; en el primer supuesto predomina el delito de transporte y, en el segundo, el de posesión. Tan solo entre 2014 y 2016, las mujeres que han ingresado a prisión en el sistema penitenciario estatal por delitos contra la salud han incrementado del 103.3 %.[1]

Los procesos de involucramiento de las mujeres en delitos de drogas, así como su criminalización, están profundamente entrelazados con los siguientes fenómenos:

a) La persistencia de relaciones de género asimétricas que permean la configuración de las organizaciones criminales – machistas y jerarquizadas – y el uso de las mujeres como sujetos desechables, básicamente “contenedores humanos” de drogas;

b) La feminización de la pobreza;

c) La violencia contra las mujeres –y la tolerancia e impunidad que frente a ella persiste, incluso en el sistema de justicia –;

d) La penetración del narcotráfico y de la delincuencia organizada como opciones de empleo ilegal frente a un Estado a menudo incapaz de alcanzar a los estratos más excluidos de la sociedad; y

e) El impacto del actual marco de las políticas de drogas, específicamente el uso de la prisión preventiva y de penas desproporcionales que no toman en cuenta las condiciones de involucramiento y los modos de participación de las mujeres en estos delitos.

Las mujeres son criminalizadas en cuanto usuarias, transportistas y vendedoras al menudeo bajo un marco punitivo que requiere cambios urgentes; pero también son discriminadas por ser mujeres que franquean espacios públicos todavía dominados por lógicas y poderes machistas.

Atrás de las puertas de las cárceles de México se encierran historias de miles de mujeres que han sufrido violencia, que han vivido en la pobreza y que, por necesidad, como estrategia para enfrentar las adversidades que las han acompañado desde la infancia, se han involucrado directa o indirectamente –generalmente por conducto de la pareja– en actividades relacionadas con las drogas.