¿Colombia sin coca? Limitantes de la negociación y de la realidad pueden conducir a una acción con daño

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¿Colombia sin coca? Limitantes de la negociación y de la realidad pueden conducir a una acción con daño

2 diciembre 2014

Por Pedro Arenas, Observatorio de Cultivos Declarados Ilícitos

Vale la pena revisar lo que dicen críticos y entusiastas de los documentos recientemente desclasificados al tiempo que develar los acuerdos a la luz de la experiencia y de la realidad actual. Los negociadores de La Habana han tenido fuertes limitaciones en el punto de drogas, lo que incide en su percepción de las realidades de las zonas productoras. En esta materia ellos pusieron “todos los huevos en una sola canasta”, la de la sustitución de cultivos.

Las partes han insistido en que lo que buscan es poner fin al conflicto. En ese sentido la arquitectura de la Mesa ha sido un éxito pero como dijera alguien la paz “no está a la vuelta de la esquina”. A pesar de haberse expuesto durante décadas las FARC no han sido estudiadas de forma suficiente: Los violentólogos creen que ellas pueden someterse por la fuerza y los pazólogos estiman que con ellas pueden repetirse modelos anteriores. Fallan los que posan de farcólogos en el país, pero también fallan los desarrollistas que descuidan en sus análisis las experiencias institucionales que ha ensayado el Estado.

Este punto siempre fue presentado, por el Gobierno, como el aporte de las FARC al proceso. Un compromiso suyo ayudaría a la erradicación y con ello -creen los voceros oficiales- se podrá acabar hasta un 70% de los cultivos, ayudando a desmantelar el narcotráfico. Por eso los entusiastas hacen fiesta con la fantástica consigna de una “Colombia sin coca”. El Gobierno reconoció que en el tema agrario la guerrilla tenía razón en gran parte de sus reclamos, pero en éste otro se propuso convencer a la insurgencia de salirse del negocio. Las dos partes salen ganando: El Gobierno, porque las FARC contribuirían a generar las condiciones para la sustitución de cultivos y la guerrilla gana porque se aseguró de relacionar su participación en esta actividad como conexa con el delito político de rebelión, es decir, que se reconoce que pudieron haber narcotraficado en función de su organización, mas no del enriquecimiento personal.

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