La alarmante tasa de mujeres presas por tráfico menor de drogas

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La alarmante tasa de mujeres presas por tráfico menor de drogas

11 febrero 2016

Por Sergio Chaparro

Esta es la columna de Dejusticia en VICE.

En América Latina el uso de la cárcel como respuesta frente a las drogas ha afectado desproporcionadamente a las mujeres. La mayoría son detenidas por realizar tareas de bajo nivel pero de alto riesgo (por ejemplo: distribución de drogas a pequeña escala o transporte de las mismas).

Estas mujeres, que rara vez representan una amenaza para la sociedad, terminan involucrándose en los mercados de drogas como una forma de enfrentar la pobreza o, a veces, porque un familiar las fuerza a hacerlo. Muchas de ellas son responsables del cuidado de niños y niñas, jóvenes, personas mayores o que tienen discapacidades. Si bien es cierto que el número de hombres privados de la libertad es mayor, los niveles de encarcelamiento de mujeres están creciendo a una tasa más rápida: la población femenina en cárceles en la región ha aumentado 51,6% entre el 2000 y el 2015, en comparación con un 20% para el caso de los hombres.

En Colombia, a finales de 2014, había 3.861 mujeres por delitos de drogas (el 46 % del total), de las cuales 3.153 (el 81 %) lo estaban por cultivar, procesar, portar o comerciar alguna droga, sin haber cometido una conducta violenta u otro delito, o sin que se les hubiera probado su pertenencia a una organización criminal. A las cárceles colombianas no van a parar quienes controlan las redes del narcotráfico en Colombia, sino las personas más vulnerables: 76% de las internas en Colombia ni siquiera habían podido concluir su bachillerato. Para mantener a cada una de estas mujeres en prisión, el Estado gastó 12.4 millones de pesos en 2014: un dinero que hubiese sido mejor invertido en brindarles alguna clase de apoyo y permitirles ganarse la vida de otra manera.

El grupo de trabajo "Mujeres, políticas de drogas y encarcelamiento femenino en la Américas", conformado por oficiales gubernamentales, abogados/as e investigadores/as en América Latina realizó visitas a la cárcel El Buen Pastor en Bogotá, Colombia, y San José, Costa Rica, y creó una serie de ensayos fotográficos que muestran los impactos que las políticas drogas en las Américas están teniendo sobre las mujeres encarceladas.

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