En el corazón del Buen Pastor: mujeres encarceladas en Colombia

Noticias

En el corazón del Buen Pastor: mujeres encarceladas en Colombia

18 mayo 2015

Recorren con frecuencia la cárcel de mujeres más reconocida de Colombia. Son abogados, dan asistencia jurídica, pero también de emprendimiento o talleres de escritura... ¿Qué se encuentran en ese lugar en el que, tras un momento, se siente 'la incontenible necesidad de salir'?

Entrar a la cárcel

Un poco antes de las nueve de la mañana hay que llegar a la puerta de entrada del Buen Pastor, nombre con el que se conoce a la reclusión de mujeres de Bogotá. Los pavos reales que caminan tranquilamente en el césped del asentamiento militar adyacente parecen observar indiferentes a los visitantes que cubren la distancia entre la Calle 80 y el portón de entrada a la cárcel. El Buen Pastor se mimetiza silenciosamente con los conjuntos cerrados de vivienda que la rodean, se esconde tras las casas de la gente libre y parece confiar en que la vergüenza y el oprobio del encierro sean borrados por la misma actitud ciudadana que hace caso omiso de las penosas condiciones de reclusión que soportan las mujeres privadas de la libertad.

La pequeña calle que conduce a la cárcel se encuentra colmada de personas. De pie o sentadas en un andén cualquiera indagan por una mujer encerrada mientras depositan en el suelo un paquete que contiene la encomienda carcelaria básica: una colchoneta, unos cuantos rollos de papel higiénico, crema para los dientes, jabón y, en ocasiones, alimentos para la semana que empieza. Dirigiendo las miradas hacia un enorme cartel que informa qué tipo de elementos están prohibidos en una cárcel, parecen tratar de identificar si alguno de ellos se encuentra en la bolsa de plástico que contiene la encomienda. La enorme puerta azul que separa a la cárcel del tradicional barrio bogotano se abre de manera intermitente para permitir la entrada de los funcionarios, hombres y mujeres, que esperan iniciar su jornada.

Durante cerca de año y medio en el equipo del Grupo de Prisiones de la Facultad de Derecho hemos formado parte de esta rutina cotidiana de ingreso a la cárcel. Algunos días por la tarde, como los lunes, para realizar sesiones de asistencia jurídica a las internas, así como talleres de escritura y de emprendimiento empresarial. Otros días, llegamos un poco antes de las siete de la mañana para dictar sesiones sobre derechos humanos al personal de guardia y custodia que inicia sus labores diarias. A esa hora apenas hay personas frente a la puerta azul y el Buen Pastor parece amanecer tranquilo en medio del frío y el hacinamiento.

Prisioneras de la guerra contra las drogas

En el último control de seguridad, antes de llegar a la parte interna del establecimiento, se observa la cartelera con los resultados del último conteo. El tablero escrito con marcador indica que actualmente se encuentran recluidas 2.162 mujeres y que la capacidad del mismo es de 1.275 personas. El desequilibrio entre cupos e internas se traduce en un hacinamiento cercano a 70%.

El Buen Pastor refleja la situación general de las mujeres privadas de la libertad en Colombia. En apenas seis establecimientos se encuentra 42,5% de la población interna femenina. La escasa infraestructura, que se caracteriza por instalaciones antiguas y precarias, se une al aumento exagerado de las mujeres encerradas –que creció 329% entre 1990 y 2013– para generar un índice de hacinamiento general de 86%, treinta puntos porcentuales superior al soportado por los hombres presos en Colombia.

Este crecimiento rápido y continuo de la población penitenciaria femenina se remonta al inicio de la guerra contra el narcotráfico. Mujeres de escasos recursos, que encuentran en el microtráfico su principal medio de subsistencia, engrosan las filas de las vencidas en una guerra desigual plagada de victorias pírricas. Después de todo, siempre se podrá decir que el número de mujeres condenadas por narcotráfico ha aumentado 206,6% en los últimos diez años en Colombia. Este aumento resulta aún más significativo si se tiene en cuenta que las mujeres sindicadas y condenas por narcotráfico representan 48,9% de toda la población interna femenina.

Leer el artículo completo.

Suscríbase a las Alertas mensuales del IDPC para recibir información sobre cuestiones relacionadas con políticas sobre drogas.