Acciones interinstitucionales que reconstruyen vidas en Costa Rica

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Acciones interinstitucionales que reconstruyen vidas en Costa Rica

14 abril 2015

Madre de cuatro hijos lucha por una nueva oportunidad de vida, tras dejar la cárcel gracias a la Reforma del artículo 77 Bis de la Ley de Psicotrópicos.

“Fue a finales del mes de agosto del 2013, cuando me citaron junto a un grupo de mujeres y nos dieron la noticia que teníamos la posibilidad de salir pronto de prisión. Ese día reí y luego lloré de alegría, pensé en mis hijos y la nueva oportunidad que me brindaba la vida…”

Estas son las palabras de Priscilla, una madre soltera de cuatro hijos menores, quien llevaba sobre sus hombros una condena ocho años de prisión por el delito de introducción de droga a un centro penal.

Las mujeres fueron reunidas en la Capilla del Centro Penitenciario El Buen Pastor; ahí la Directora de la Defensa Pública, Marta Iris Muñoz Cascante junto a varios defensores y defensoras públicas, fueron los encargados de dar la buena noticia y de impulsar los procesos judiciales necesarios para cambiar la situación de privación de libertad.

Priscilla y otras 150 mujeres, calificaron para la aplicación de la reforma 77 Bis de la Ley de Psicotrópicos, aprobada por la Asamblea Legislativa meses antes, cuyo proyecto fue apoyado por la Defensa Pública, junto con otras instituciones en favor de las mujeres en condiciones de vulnerabilidad que eran vinculadas a un proceso penal por el delito de introducción de drogas a centros penales. Como parte del trabajo realizado en abril de 2012, se elaboró el “Estudio de la Defensa Pública sobre el perfil de la población femenina privada de libertad por introducir droga a los centros penales”; que logró demostrar el perfil de la población que estaba recluida por dicho delito.

Yo caí en prisión por una situación de pobreza. En ese momento alquilaba una casita con mis hijos y no teníamos dinero”; afirmó Priscilla, quien como muchas otras mujeres en este país, viven expuestas a situaciones de vulnerabilidad y factores de riesgos, por la falta de dinero y de escolaridad.

“Antes de tener problemas con la justicia no tenía estudios, la experiencia de estar privada de libertad me permitió cambiar mi forma de pensar, conocer a Dios y comencé a estudiar hasta lograr concluir primaria y realizar cursos en el INA de “Manipulación de Alimentos” y de “Pequeña y Mediana Empresa”, además de otros cursos bíblicos y de manualidades”; agregó.

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